La violencia de género es un problema social que representa el extremo de un sistema constituido por multitud de elementos, como son la falta de valores de equidad y respeto, las relaciones desiguales de poder, las coacciones sutiles que merman los derechos personales y la autoestima, la falta de información sobre su identificación y prevención, etc.
Por ello es preciso desmitificar aquellos aspectos relacionados con la violencia de género y fomentar su prevención a través de argumentos actitudinales para hacer frente al sexismo, como el mejor modo de fomentar valores integradores e igualitarios. El cambio de valores y actitudes concierne a toda la sociedad, desde los ámbitos públicos a privados, ya que es preciso que desde todos los ámbitos se favorezcan las transformaciones sociales hacia unas relaciones más justas e igualitarias.
Para enfrentar la violencia de género necesitamos desenmascarar mitos y estereotipos, reconocer que hay pautas cotidianas que fomentan el sexismo, conocer instrumentos para hacer frente a la desigualdad y saber actuar en casos de violencia de género. Para ello es básico revisar e incorporar las habilidades sociales necesarias para manejar este tipo de situaciones.