El ritmo de vida de la sociedad actual deposita en las nuevas tecnologías la confianza de superación, con la misma contundencia que se confía en los perfiles técnicos más que en las mal denominadas competencias blandas. De hecho, advertimos como se van relegando algunas disciplinas como la filosofía o la música, y se insiste en una formación que sirva para algo…
Sin embargo, junto a la competencia profesional o técnica, todos ponen en valor la importancia de saber desenvolverse tanto de cara a los demás como ante nuestro particular espejo. Incluso hay procesos de selección, que encuentran en las actitudes el valor añadido que permite contrastar entre perfiles técnicos muy clonados.
Por eso, conviene descubrir cada uno su talento en torno a aquellas facultades intangibles (actitudes, motivaciones, estrategias personales…) que nos ayuden a optimizar nuestros méritos.